La enfermería me marcó el camino hacia la nutrición. Tras 12 años ejerciendo este precioso pero difícil oficio y trabajar en diferentes ámbitos de la salud, entre ellos urgencias, medicina interna, cirugía, geriatría, neumología y, la que más me marcaría, oncología, me di cuenta de que la prevención de enfermedades pasaba totalmente desapercibida en el medio hospitalario. ¿Por qué se derivaba tan poco
o casi nada a un nutricionista, un psicólogo, un fisioterapeuta? ¿Por qué para tratar enfermedades se recomendaba adelgazar sin profundizar en la dolencia del paciente? ¿Por qué todo se soluciona con una pastilla, una inyección, un parche… y para casa?
La cabeza me daba mil vueltas:
¿y si alguien hubiese advertido a esa persona antes? ¿Podrían cambiar las cosas? ¿Se podría mejorar la calidad de vida de las personas o incluso salvar muchas de ellas?
Sabía que los hábitos de vida eran la clave, sin embargo, la nutrición era con creces el hábito más distorsionado y el que más enfermedades no transmisibles causaba a largo plazo (ciclos de dietas, pérdidas de peso radicales, trastornos de la conducta alimentaria…). Fue mi propia batalla con una «dieta de definición» que empeoró mi hipotiroidismo, la relación con mi cuerpo y mi salud hormonal, la que me dio el impulso para formarme en nutrición y especializarme en nutrición deportiva, salud mental y trastornos de la conducta alimentaria.
Desde entonces, me he dedicado a transformar cómo entendemos la salud. Con un enfoque integral. Mi objetivo es hacer más que simplemente tratar síntomas; busco prevenir problemas antes de que surjan y mejorar la calidad de vida de mis pacientes.


Vas a tomar consciencia sobre la cantidad de calorías vacías que consumes en tu día a día.
No te volverás a sentir mal cuando comas algún dulce o comida ultra procesada.
Es un libro para tenerlo siempre en la estantería de la cocina y aprovechar todas las opciones saludables y ricas para cuando no tienes tiempo y no sabes qué prepararte.